Dragón
Rojo
Ésta es la criatura más feroz y mortífera de toda
la especie, salve su Oscura Majestad, y también una de las más
grandes (mide unos quince metros). Disfrutan destruyendo urbes enteras.
Su ataque es una poderosa bocanada de fuego capaz de derretir la roca.
El más conocido en las aventuras de la Dragonlance es Ember, el
dragón que aceptó ser montura de Lord Verminaard, y que murió
a manos de Matafleur, una hembra de la misma especie.
Dragón
Negro
Se encuentra tradicionalmente en pantanos y fangales,
aunque también habita guaridas en el subsuelo. Suelen medit más
de nueve metros de largo y escupen un ácido muy corrosivo y letal.
Son poderosos magos y su hechizo favorito es el que crea oscuridad, con
el que pasan inadvertidos. Extremadamente independientes, sólo acatan
órdenes si redundan en su beneficio. El dragón conocido es,
en este caso, Khisanth u Onix, el dragón que guardaba los Discos
de Mishakal.
Dragón
Azul
Pese a que se acomodan a las cuevas, al igual que
sus otros congéneres, los Dragones Azules son amigos de desiertos
y estepas. Su descomunal anatomía alcanza los doce o trece metros
de longitud. Se baten con dientes y garras, pero su especialidad son los
rayos fulminadores que despiden por las fauces. Lógicamente, esta
cualidad los hacía imprescindibles en los asaltos a torres y puestos
fortificados.
Estos reptiles son más gregarios que la mayor
parte de sus hermanos. Serviciales por antonomasia, hacen lo que se les
manda y batallan en equipo, formando una unidad compacta. Se erigieron,
pues, en fieles aliados de los Señores de los Dragones. Pueden expresarse
en su propio lenguaje y en los dialectos ajenos, incluida la jerga de la
hechicería. De hecho, son muy expertos en este arte.
El espécimen que cabalgaba Kitiara, Skie,
sobresalió entre los suyos por su inquebrantable lealtad a la Dama
Oscura.
Dragón
Verde
Notorios incluso entre los Dragones del Mal por
su crueldad y talante agresivo, los ejemplares de escamas verdes frecuentan
las regiones agrestes y boscosas. Estos gigantes de más de diez
metros expelen unos gases sulfurosos que envenenan y matan a quien los
aspira. Recurren preferentemente a la artimaña y la magia en lugar
del ataque frontal.
Cyan Bloodbane transmitió imágenes
de pesadilla a la mente de Lorac y causó como secuela la espantosa
transformación de Silvanesti. También sirvió al archimago
Raistlin después de la Guerra.
Dragón
Blanco
No sólo se han adaptado a los climas fríos,
sino que prácticamente no soportan otros. Tienen dimensiones "pequeñas",
no superiores a los ocho metros, y un intelecto más pobre que el
de sus hermanos. El Dragón Blanco puede encerrar a sus rivales en
un cono de hielo, pero no puede formular sortilegios.
Sleet, el animal que servía al nigromante
Feal-thas, fue herido por una flecha de Laurana al arremeter contra los
compañeros en las costas de Ergoth del Sur.
Dragón
Plateado
Los dragones a los que más cariño
profesan los humanos son ciertamente los de plata, porque se han mezclado
y convivido sin reparos con las razas que pueblan Krynn. Sus dieciséis
metros aproximados de corpulencia pueden disminuir a capricho para convertirse
en humanos o elfos, curiosamente prefieren tales formas a la propia.
Los más famosos reptiles argénteos
son Silvara, que vino bajo la identidad de una doncella elfa de la tribu
de los Kalanesti, y su hermana Gwyneth, la mujer-dragón que cautivó
el corazón del caballero Huma.
Dragón de Cobre
Los dragones de cobre eligen como hábitat
los parajes rocosos de zonas montañosas. Aunque de temperamento
benigno, tienen un afán desorbitado de riquezas. Miden de la cresta
a la cola una decena de metros. También emiten dos clases de bocanadas:
una es un potente ácido, la otra un vapor que ralentiza los movimientos
del oponente. Igualmente son conocedores de la lengua arcana.
Dragón de Bronce
Sobrepasan a menudo los once metros. Les gusta instalarse
junto a las grandes masas acuáticas, tales como lagos y océanos.
Les interesan de forma inusitada los asuntos de la humanidad. Tienen dos
clases de bocanadas: una es la exhalación relámpago, y la
otra un gas de olor repulsivo que mantiene al enemigo a una prudente distancia.
Conocen numerosos idiomas, comprendido el de la magia.
Khirsah, un exponente de esta especie, fue el único
en la historia que consintió en transportar sobre su lomo a un enano
y un kender.
Dragón de Latón
Viven en eriales y zonas arenosas. De tamaño
más bien reducido, son bulliciosos y amantes de la aparatosidad,
con una marcada tendencia al egoísmo. Pueden conversar durante horas
de temas intrascendentes, y viajan junto a las compañías
de aventureros por el mero placer de oírlos hablar. Sus bocanadas
de aliento producen vapores de sueño y/o miedo. Igualmente dominan
la magia.
Los aurak Pueden moverse entre otras razas
sin ser detectados, ya que pueden transformarse en cualquier humanoide
que hayan visto con anterioridad. Son los más raros y más
poderosos de todos los draconianos, y poseen un arsenal de ataques
y defensas naturales entre las que elegir. No pueden volar, pero se mueven
rápidamente a pie y pueden teleportarse hasta 60 metros.
Tienen sentidos muy agudos y la habilidad de detectar
criaturas ocultas e invisibles dentro de un radio de 40 metros. También
pueden ver a través de ilusiones, puesto que poseen una resistencia
natural a la magia. Su forma de morir es la más destructiva a pequeña
escala: la energía mágica que escapa de sus cuerpos hace
que estallen en llamas verdes, más tarde en una centelleante bola
de luz verde, atacándolo todo dentro de un radio de 3 metros, para
más tarde hacer un estallido final.
Los sivak son los draconianos más grandes
y recios. Son la fuerza de élite de los ejércitos dragoniles,
tropas de choque que llevan poderosos mayales y espadas de dos manos. Aun
así, como los kapak, necesitan ser dirigidos. Sus pequeñas
mentes tienen problemas en urdir planes a largo plazo y elaborar tácticas.
Nacidos de los huevos de los dragones plateados, los sivak relucen como
monedas pulidas. Sus ojos, sin embargo, son oscuros, tan negros como sus
corrompidas almas. Su gran fuerza los convierte en buenos voladores, y
cuando despliegan las alas durante el día, el brillo de sus escamas
es deslumbrante.
Su habilidad más devastadora es la de cambiar
forma cuando son muertos. Adquieren la forma física de la persona
que los haya matado durante unos 3 días, luego estallan y se transforman
en hollín. Para que nos demos cuenta del horrible ataque, demos
por supuesto que un alto general haya matado a un sivak. Inmediatamente,
el ejército a sus órdenes, al ver la muerte de su superior,
bajaría rápidamente su moral, o incluso se daría a
la retirada.
Los bozak nacieron de la corrupción
de los dragones broncíneos. Las escamas son pequeñas y como
de pescado en el rostro, manos y pies, pero son del tamaño de una
moneda de cobre en el resto del cuerpo. Aunque limitados en su capacidad
de volar, los bozak han aprendido a deslizarse indefinidamente en fuertes
vientos. Prefieren deslizarse por la noche, cuando están a salvo
de los ojos de los humanos. Cuando es muerto, su carne se vuelve seca y
quebradiza y se hace polvo. Los huesos empiezan a vibrar, luego estallan
violentamente.
Son los más cautelosos de los draconianos,
y sirven como fuerzas especiales y comandantes para su Reina Oscura. Su
precaución queda reflejada en el uso de la magia y de las armas
de misiles, que prefieren usar antes que cargar cuerpo a cuerpo.
Los baaz son débiles de mente y carácter,
parecidos a hombres de piel escamosa y con dibujos. Unas pequeñas
alas, que cubren a menudo con capas u otras ropas, asoman de sus omoplatos.
Aunque la apariencia facial de cada uno es tan distinta como la de cualquier
hombre, muchos de esos draconianos tienen hocicos como de perro. Se disfrazan
a menudo como hombres mediante el uso de máscaras y ropas abultadas.
Los de apariencia más "humana" son empleados normalmente como espías.
Son los más pequeños y abundantes, y son especialmente sádicos
cuando están bebidos (pueden atacar en la mitad de tiempo que lo
harían normalmente).
Fueron creados inyectando un líquido endurecedor
a los huevos de los dragones benignos. Cuando viven, parecen como de carne,
pese al líquido endurecido en sus cuerpos. Sin embargo, cuando las
criaturas son muertas, se convierten en una sustancia similar a la piedra,
atrapando dentro de ellas el arma que dio el golpe definitivo. Prefieren
usar armas fácilmente ocultas cuando intentan emboscar una presa;
de otro modo, utilizan espadas largas y lanzas.